Y si me hablas a voces, me hablas con el corazón.
Hay palabras que no salen
y miradas que hablan por si solas.
Hay momentos de silencio que bastan,
para decir lo que no te atreves.
Hay caricias y besos que provocan escalofríos.
Hay flores que marchitan al poco de nacer,
igual que las sonrisas que se pierden al no reír.
Hay pasión ardiente en todos los rincones,
en todas las terminaciones de mis dedos.
Hay magia en tus pestañas,
que se expande en cada parpadeo.
Hay vida en aquél que se atreve a romperse.
Somos la cara y la cruz de la moneda,
el gris del jin y el yang,
el sol al ponerse y su crepúsculo.
Mi sonrisa es como todos los estados de la luna.
Soy inmaterial porque me enamoro de la vida,
de su fugacidad de un momento.
Ese olor es mi perfume favorito,
que viene en dosis pequeñas de grandes abrazos.
Las personas no son más que aquello que percibimos de ellas,
aquello que nos transmiten.
Con un segundo basta para pasar del amor al odio.
Con una sonrisa es suficiente para enloquecer.
No creo en el destino, creo en las casualidades.
Casualidad el coincidir en un sitio y un preciso instante.
Me gusta decir que vivo mi vida intensamente,
mi corazón grita cuando mi cabeza habla.
Caigo y me levanto, a veces me recogen.
Un café solo,
y miradas perdidas en el cerco que se forma.
Miradas perdidas en tus curvas,
en todas tus imperfecciones.
P.
y miradas que hablan por si solas.
Hay momentos de silencio que bastan,
para decir lo que no te atreves.
Hay caricias y besos que provocan escalofríos.
Hay flores que marchitan al poco de nacer,
igual que las sonrisas que se pierden al no reír.
Hay pasión ardiente en todos los rincones,
en todas las terminaciones de mis dedos.
Hay magia en tus pestañas,
que se expande en cada parpadeo.
Hay vida en aquél que se atreve a romperse.
Somos la cara y la cruz de la moneda,
el gris del jin y el yang,
el sol al ponerse y su crepúsculo.
Mi sonrisa es como todos los estados de la luna.
Soy inmaterial porque me enamoro de la vida,
de su fugacidad de un momento.
Ese olor es mi perfume favorito,
que viene en dosis pequeñas de grandes abrazos.
Las personas no son más que aquello que percibimos de ellas,
aquello que nos transmiten.
Con un segundo basta para pasar del amor al odio.
Con una sonrisa es suficiente para enloquecer.
No creo en el destino, creo en las casualidades.
Casualidad el coincidir en un sitio y un preciso instante.
Me gusta decir que vivo mi vida intensamente,
mi corazón grita cuando mi cabeza habla.
Caigo y me levanto, a veces me recogen.
Un café solo,
y miradas perdidas en el cerco que se forma.
Miradas perdidas en tus curvas,
en todas tus imperfecciones.
P.
"me pones contra la pared..."
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